Todo es mentira, hasta la mentira

Mientras hablamos de la intoxicación o señalamos las contradicciones de aquellos que denuncian bulos y expanden trolas, podemos perder de vista lo principal: la maraña de casos de corrupción en el caso del gobierno.
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Se han cumplido siete años de la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno. Como la historia tiene sus caprichos, el aniversario de esa maniobra justificada en la corrupción del Partido Popular ha coincidido con la publicación de las grabaciones de una operadora política militante del PSOE en los que trata de conseguir información para utilizarla contra fiscales y la unidad de la Guardia Civil que investiga casos incómodos para el gobierno.

El partido no ha podido ni siquiera negar la vinculación de la “fontanera” con el PSOE. Tenía más fotos con dirigentes socialistas que muchos padres con sus hijos y ha desempeñado cargos en Enusa (la empresa nacional de uranio) y Correos, aquí a las órdenes de Juan Manuel Serrano, que fue jefe de gabinete de Pedro Sánchez en el PSOE y es cercano al presidente; dirige la empresa nacional de autopistas.

El contexto son casos de presunta corrupción que afectan a personas que fueron importantes en el gobierno y el Partido Socialista y muy próximas al presidente. Para nuestra tranquilidad, la reforma de la justicia hará que la UCO, la Unidad de la Guardia Civil que trataba de torpedear Díez, dependa exclusivamente del Fiscal General del Estado, que a su vez depende del presidente del gobierno, como cada día se encarga de recordarnos generosamente Álvaro García Ortiz.

Para no romper con la  costumbre, el Partido Popular  se muestra vacilante y convoca una concentración de consecuencias nulas en el mejor de los casos, y que en el peor distraería el foco del Gobierno y sus problemas. El PSOE ha estado desconcertado. Alguno decía que Díez iba por libre; el partido, remolón, abrió un expediente.

Hemos visto las tácticas clásicas, entre las que destacan las maniobras de distracción y una falsificación descarada. Como han contado Ketty Garat y Teresa Gómez en The Objective, la conversación de un agente de la UCO que aludía a la posibilidad de que el “sanchismo” le pusiera una bomba se tergiversó para que pareciera que especulaba con un atentado al presidente del Gobierno. La noticia falsa salió en El Plural, medio de probada trayectoria, cuya directora fue premiada con un puesto en el Consejo de RTVE. Fue replicado en las terminales habituales.

Periodistas honestos como Rodrigo Blázquez de La Sexta han corregido el error, pero otros no. Cuando ya se sabía que era falso, los ministros Óscar López, María Jesús Montero y Pilar Alegría han seguido propagando la mentira. Mientras hablamos de la intoxicación, nos indignamos o señalamos las contradicciones de aquellos que denuncian bulos y expanden trolas, podemos perder de vista lo principal: una maraña de presuntos casos de corrupción en el seno de un gobierno que no da explicaciones ni asume responsabilidades.

Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.


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